Me
ha parecido oportuno enumerar por partes el inicio de este artículo referente al caso Alcácer debido a
la naturaleza inacabable del mismo, a los numerosos puntos y apartes que le han
sucedido desde los hechos acontecidos el 13 de noviembre de 1992 y a la
intuición como seguidor del caso de que volveremos sobre ello en el futuro.
Llegué
a este suceso por allá en 2003 siendo un adolescente que comenzaba a quedarse
ensimismado ante la pantalla del PC profundizando ante aquel ‘sabelotodo’
llamado Google. La imagen de un prófugo de la justicia llamado Antonio Anglés
llamó mi atención rápidamente y comencé a indagar en el qué, el cómo, y
especialmente, porqué asesinaron a aquellas tres adolescentes valencianas.
Como
muy bien definió Teresa Domínguez, jefa de sucesos del diario Levante-EMV en el
documental de Alcacer publicado en Netflix en 2020, el Crimen de Alcácer está
resuelto tras el procesamiento de Miguel Ricart Tárrega en 1993 y la búsqueda
todavía vigente de Antonio Anglés Martins como persona de interés. Sin embargo,
el llamado Caso Alcácer contempla un embrollo de especulaciones, teorías,
acusaciones y juegos de telefonillo que han contribuido a desafiar
constantemente los fundamentos esenciales de la teoría oficial y a crear
confusión sobre cualquier dato que esté tanto en el sumario o que simplemente
sea puramente anecdótico.
El crimen conmociono a una España poco
acostumbrada a lo mediático, observando a un padre coraje que se abanderaba
para conocer la verdad sobre el crimen de su hija y las otras dos niñas;
Policía y Guardia Civil se veían sobrepasados por la aparición y empuje de las
televisiones privadas, falta de medios, experiencia y rigor en la
investigación; una desinformación fragante de boca a boca que reunió a las
masas y condicionó un juicio donde el principal encausado llegaba al mismo
nombrado ‘cabeza de turco’ por el propio padre de una de las niñas,
vociferándose este mensaje y el de la implicación de gente rica en programas
como Esta noche cruzamos el Mississipi; y por último los
posicionamientos y teorías conspiranoicas, hoy día afortunadamente desmentidos,
de Juan Ignacio Blanco contribuyeron a mantener la sospecha en el caso por
parte de un gran grupo de fieles hasta su muerte en 2013. ¡Cuidado, película snuff
incluida! Por ello en la memoria colectiva del caso Alcacer ha quedado
impregnada un aura maldita que para definirse a sí misma, se ha posicionado a
lo largo del tiempo entre oficialistas y conspiranoicos.
La
divulgación del True Crime en España a través de plataformas como
Youtube, Twich o X, ha permitido crear comunidades que siguen los principales
casos del país con auténtico furor y fervor las novedades de las
investigaciones o las especulaciones de turno, especialmente, cuando ‘divulgadores
del misterio’ se han puesto en la vanguardia de estos casos. Ello ha conllevado
a que miles de feligreses tengan voz y opinión en los diversos chats o
comunicaciones de los canales de Youtube profiriendo amenazas, insultos y
comentarios vejatorios, tanto a los youtubers como incluso a las víctimas del
caso. Y en el caso de Alcácer no ha sido una excepción.
En este 2025 el Caso Alcácer vuelve a estar en
boca de todos tras las entrevistas a Miguel Ricart por el youtuber Manu Giménez
del Rincón del Disidente. Todo y que el
youtuber ha logrado realizar tres entrevistas a Ricart, cosa que las
principales cadenas privadas no han podido conseguir ofreciendo suculentas
sumas de dinero, la última entrevista ofrecida en el mes septiembre, ha sacado
de manifiesto lo que mejor define el Caso Alcácer: ser un laberinto sin fin. La
última entrevista a Miguel Ricart por parte de Manu Giménez llevaba por nombre
‘El Final del Caso Alcácer’, una denominación de por sí atrevida porque quién
esté imbuido en el caso bien sabe que en una entrevista de
una hora no puede resolverse el mayor caso de true crime de nuestro
país. Todo y que el relato de Miguel Ricart parece tener una base sólida dejó
para aperitivo, comida y postre varios bombazos que, en al menos uno de ellos,
acabará declarando otra vez ante la justicia:
1. Reconoció públicamente su
participación en los hechos que culminaron con el crimen de las tres
adolescentes y reconoció haberse aprovechado de los padres de las niñas cuando
le denominaron ‘cabeza de turco’.
2. Recuperó la declaración nº2 de
febrero de 1993 al decir que los hechos ocurrieron en una vieja nave dónde se
había acumulado pólvora tiempo atrás.
3. Recuperó las acusaciones contra un
tal Nano y sobre Mauricio Anglés como autor material de la muerte de una de las
niñas.
4. Introdujo la participación de tres
figuras anónimas. Hombres de unos 50 años los cuáles tuvieron una participación
central en el crimen de las niñas junto a Antonio Anglés. Y aseguró no conocer
la identidad de los tres sujetos.
5. Habló de que hubo un doble
enterramiento de los cuerpos cuando observaron que el caso se había vuelto
mediático.
La
miel en los labios como diría alguno de los contertulios que impregnaron los
debates a posterior de la entrevista. Era la primera vez que Miguel Ricart
públicamente profundizaba en los hechos relativos al caso. Evidentemente,
Miguel Ricart minimizó su participación en el crimen centrando los aspectos más
subversivos y siniestros a los otros protagonistas. Lo gracioso de todo esto es
lo paradójico que resulta ser el caso Alcácer, este arrojo de luz al suceso ha
derivado por parte de la comunidad a atentar, especialmente, contra Manu
Giménez del Rincón del Disidente. Miembros de la comunidad de Alcácer han
pasado de proferir durante muchos años que Ricart es un cabeza de turco a
proferir que el youtuber ahora está blanqueando a un asesino. Me pregunto si estas
personas que componen estás comunidades y utilizan estos tonos son las mismas
que hemos visto en numerosas ocasiones en películas históricas cuando jalean
una ejecución pública tanto si el protagonista es culpable o inocente. Una caza
de brujas como las de siempre, simplonas y gratuitas. Quizás sea otro de los
elementos que caracteriza el Caso Alcácer cuando se aportan novedades al mismo,
que más que la verdad importa la caza de brujas, y para ello nos vale
cualquiera, Ricart, Manu Giménez o el que pasaba por allí sin saber nada. El caso
lleva una carga de odio y de venganza muy mal canalizada.
Para
muchos youtubers, divulgadores y periodistas ha quedado claro lo que significa
intentar avanzar en el Caso Alcácer: las consecuencias que pueden suponer
acciones legales por parte de implicados como las consecuencias de los haters,
o porque no llamarlos cómo lo que son, miserables tras una pantalla. O si no
que se lo digan a Genar Martí y Jorge Saucedo con el documental Anglés:
historia de una fuga quiénes habiendo hecho una aportación de gran valor
para desvelar la fuga de Anglés les cayó hasta en el DNI por aquellos que aún
mantienen que Antonio Anglés no salió vivo de Valencia.
En
estos momentos de auténtica caza de brujas observamos el turno de Mauricio
Anglés, hermano de Antonio y eximido de la causa en 1997, quién tras la
acusación de Miguel Ricart ha salido de su ostracismo para no sólo crear su
comunidad en redes sociales sino también para llevar a cabo, supuestamente, una
serie de querellas judiciales que implican a Ricart, Manu Giménez y Hugo
Fernández del canal de Youtube Informe Enigma. Asimismo, el esperado documental
de Manu Giménez que iba a ver la luz el 31 de octubre y que prometía arrojar un
final al Caso con una emisión que superaba las 4 horas, ha quedado suspendido
tras las recomendaciones de su propio grupo jurídico. Veremos que nos depara el
futuro en el Caso Alcácer.
Creo
que hice bien enumerando el artículo…
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